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Por Fabio Vighi – Publicado en: steigan.no – 27 de marzo de 2022 – Traducción: noruego.today

Fabio Vighi es profesor de teoría crítica e italiano en la Universidad de Cardiff, Reino Unido. Su trabajo reciente incluye Teoría crítica y la crisis del capitalismo contemporáneo (Bloomsbury 2015, con Heiko Feldner) y Crisi di valore: Lacan, Marx e il crepuscolo della società del lavoro (Mimesis 2018).
Para sorpresa de nadie, Santa nos trajo otra ‘Navidad Corona’ , con los regalos habituales: ‘bozales’, cuarentena, distanciamiento, vacunas sí o sí, pases de vacunación, pornografía de miedo las 24 horas y confinamientos. Dos años después, tras miles de millones de pinchazos con varias vacunas experimentales la pandemia sigue con nosotros. Esta vez viene con una ventaja adicional: el aumento de la inflación, que reduce el valor del dinero y obliga a más y más personas a endeudarse y empobrecerse. Y para empeorar las cosas, los expertos ahora advierten sobre una mayor desigualdad gracias a la inflación. Como hubieran dicho mis hijas (inspiradas en Homer Simpson): Duh!?
Tal vez, mientras esperamos las instrucciones que nos muestren cómo salvar la Semana Santa, es hora de tomar la pastilla roja y afrentar la realidad: desde principios de 2020, un virus macroeconómico disfrazado de virus pandémico se ha apoderado de nuestras vidas, y causó depresión a gran escala y redujo a los ciudadanos de la mayoría de los países a menudo extremos tipos de discriminación legalizada.
Inyecciones monetarias y otras inoculaciones
El propósito más profundo de una «crisis sanitaria» que se legitima a través de interminables programas obligatorios de inoculación sólo puede entenderse cuando se la sitúa en su relevante macrocontexto, a saber, la incurable crisis productiva.
La secuencia causal a tener en cuenta es: implosión económica – simulación de pandemia – ofensiva autoritaria. Si se implementa, este cambio de paradigma terminará en un modelo totalitario de capitalismo implosivo, quizás tan maquillado como una democracia, pero legitimado por el manejo despótico de las crisis globales que son grotescamente desproporcionadas con respecto a las amenazas reales que representan.
Como han demostrado las campañas de adoctrinamiento de la «vacuna del corona», con añadidura de «anti-vaxs» como chivos expiatorios, lograron el cocktail totalitario de la propaganda masiva que en la práctica es ilimitado. Por primera vez en la historia, se ha culpado a quienes no han seguido un tratamiento médico de que un fármaco NO funciona (al menos no como nos prometieron).
Pero debemos ser conscientes de que la violencia ideológica de hoy ha venido como reacción a un colapso socioeconómico inminente, que tiene una magnitud que nunca antes habíamos visto. El primer shock fue la crisis crediticia de 2007 y la recesión mundial que siguió. En ese momento, la operación de rescate del sector financiero desembocó en la crisis de la deuda europea (2010-11), que puso la ‘flexibilización cuantitativa’ (Quantitative Easing, abreviado QE. Programas de los bancos centrales que compran activos financieros) a la cabeza de todas las políticas monetarias. Desde 2008, la habitual interferencia de los bancos centrales mezclada con inyecciones de QE ha creado un método ultrafinanciado de acumulación capitalista que depende de la creación de burbujas de capital. La explosividad de estas burbujas volvió a mediados de septiembre de 2019 con el desafío de liquidez del mercado de préstamos de ‘repos’ (acuerdos de recompra) de Wall Street. Esto, a su vez, allanó el camino para el virus y la lógica perversa detrás del ‘capitalismo pandémico’, que ha permitido que al 1% de la humanidad aumente sus fortunas a velocidades récord, mientras la clase media está desapareciendo.
Como han señalado Pam y Russ Martens, la Reserva Federal de EE. UU. -la Fed- lanzó un programa extraordinario, el 17 de septiembre de 2019, con préstamos ‘repo’ a sus llamados principales socios comerciales en Wall Street (incluidos JP Morgan, Goldman Sachs, Barclays , BNP Paribas, Nomura, Deutsche Bank, Bank of America, Citibank, etc.) incluyendo préstamos a corto plazo, préstamos a 14 días y préstamos con vencimientos más largos. El 2 de julio de 2020 (actualmente la última fecha disponible en la base de datos de la Fed), el valor acumulado de estos préstamos fue de U$D 11,23 billones. Los préstamos están garantizados principalmente por bonos estadounidenses.
Debido a la forma fragmentada en que la Fed publica su información, no es posible saber exactamente qué préstamos estaban pendientes y por cuánto. Pero lo que importa es su enorme tamaño, lo que confirma que los comerciantes de Wall Street estaban al borde de una caída catastrófica antes de que llegara el virus. El 28 de julio de 2021, cuando la Fed anunció la creación de una ‘Facilidad de recompra permanente’, ‘Permanent Repo-Fasilitet‘, o sea un esquema de apoyo semanal de $ 500 mil millones para los 24 principales socios comerciales de la Fed. Con ésto se obtuvo más evidencia del debilitamiento del mercado crediticio.
En un artículo que publiqué recientemente, argumenté que las contramedidas de una próxima caída del mercado se planearon con varios meses de anticipación. Los documentos oficiales indican que nuestros príncipes financieros sabían muy bien que la expansión artificial del flujo de efectivo desde 2008 se estaba volviendo inmanejable, sobre todo porque una contracción económica mundial, en 2019, casi provocó bajones en Alemania, Italia y Japón, mientras que desde el Reino Unido, China y otras economias mientras que desde Gran Bretaña, China y otras economías llegaron señales inquietantes.
Por lo tanto, es razonable suponer que en lugar de arriesgarse a un colapso abrupto y catastrófico, las élites comenzaron a controlar el desastre, podría decirse, llamando a la ambulancia con anticipación. Como hemos visto, cuando el mercado de repos de Wall Street se congeló a mediados de septiembre de 2019, la Fed recetó una dosis más alta del mismo medicamento. Una extensión histórica del estímulo monetario a los préstamos repo. Pero esta vez, al amparo de la pandemia. Si avanzamos rápidamente hasta enero de 2022, todavía se aplica la misma lógica: la «crisis del corona» todavía tiene la función de una medicina tranquilizante para la economía global, que se está hundiendo bajo montañas de déficits insostenibles y deudas despiadadas.
Es importante tener claro el tamaño de la dimensión monetaria de la que estamos hablando aquí. En agosto de 2019, BlackRock (el todopoderoso fondo de inversión ya llamado «Cuarto Gobierno») publicó un documento rector donde la Fed mostraba una salida a la «dramática recesión» que se avecinaba. Esto hizo un llamado de atención a la Reserva Federal de EE. UU. para que implemente una política monetaria «innovadora» en la que enormes cantidades de dinero se extraigan directamente del aire y se entreguen «directamente en manos de usuarios públicos y privados». Este plan «directo al grano», que según BlackRock debe hacerse «permanente», se inauguró un mes después como respuesta a la crisis del mercado de repos. Desde entonces, y especialmente desde la llegada del virus, el saldo de la Fed ha aumentado en casi 5 billones de dólares, un aumento extraordinario incluso si se compara con la operación de rescate QE de finales de 2008. Y para entender el aspecto global de este aumento, hay que sumar a los billones que han creado otros bancos centrales de todo el mundo, y programas de estímulo fiscal, como el ‘dinero helicóptero’.
Como ha explicado John Titus, lo importante no es solo la naturaleza cuantitativa sino especialmente lo cualitativo de la maniobra monetaria de la Fed. A lo largo de la historia de la Fed (fundada en 1913), nunca ha habido una correlación directa entre la impresión de reservas del banco central y la circulación de dinero en los bancos comerciales. Pero desde septiembre de 2019, las nuevas reservas creadas por la Fed se han multiplicado dólar por dólar como depósitos en 4.336 bancos comerciales de EE. UU. En otras palabras, el aumento del balance de la Fed se corresponde directamente con el flujo de caja general de la economía: exactamente la medicina monetaria que ordenó BlackRock, y que fue objeto de una ‘force majeure’ unos meses después, gracias a una ‘crisis de salud global’ que todavía funciona como un seguro de vida para los mercados financieros. En última instancia, no importa en qué medida se superponen la estrategia «directa al grano» y los programas masivos de préstamos repo. Lo que hay que señalar es que la casa de las tarjetas financieras estuvo al borde del colapso ya en 2019, y que el virus llegó en el momento justo para desencadenar y legitimar la inundación monetaria con el posterior cambio de paradigma.
Cualquiera que sea la píldora que elijamos tomar, hay tres consecuencias sociales inmediatas e irreversibles del proceso de centralización monetaria que los bancos centrales más poderosos del mundo, en colaboración con el administrador financiero más grande del mundo, manejan: 1) inflación, 2) más deuda y 3 ) un modelo totalitario del capitalismo impulsado por la crisis.
Virólogos de Wall Street
¿Cómo es nuestra cultura macroeconómica? Las características principales se reproducen aquí:
- Deuda global de más de 300 billones de dólares, en crecimiento exponencial
- Déficit en rápido aumento en la mayoría de los países
- Enormes burbujas en los mercados bursátiles, de deuda e inmobiliarios
- Burbujas astronómicas en el mercado de derivados
- Inflación creciente con potencial de hiperinflación
Con este trasfondo explosivo, el virus y sus variantes crean historias de portadas cínicas que apuntan a acelerar el manejo autoritario de la dirección implosiva del capitalismo moderno, que no se puede salvar solo con la política económica. La producción implacable de una crisis pandémica es tanto una estrategia defensiva contra el colapso como un ataque a lo que queda de la ‘sociedad trabajadora’, porque permite que las élites usen la inflación para dominar a las personas y empobrecerlas.
A mí me parece que el objetivo primordial es la explosión controlada de la economía productiva y su infraestructura liberal-democrática, que, entre otras cosas, permite la transferencia de capital de la economía real a los mercados financieros. Si bien el sector especulativo ha sido aclamado como el centro absoluto de producción de valor (con nuevos récords del S&P 500, Nasdaq y Dow Jones a fines de 2021), la sociedad basada en el trabajo termina muy endeudada y pobre. El desajuste entre la euforia del sector financiero y una economía real en caída libre sugiere que manejar la depresión a través de una «crisis de salud» excesiva es mucho más práctico para las élites que tener que asumir una recesión socioeconómica de proporciones bíblicas.
En resumen, el dominio global del virus en los últimos dos años nos dice que el capitalismo está dispuesto a hacer «cualquier cosa» (como acertadamente lo expresó Mario Draghi en 2012) para posponer la redde rationem (rendición de cuentas). Por lo tanto, es un engaño pensar que las autoridades, clínicas de salud y los medios de comunicación funcionan de forma independiente. Se trasluce que lo que ellos hablan es sobre el poder económico y financiero. Las consecuencias las dejan para los teóricos de la conspiración, como si de repente estas se extinguieran como los dinosaurios, o mutara en filantropía.
Si nos preguntamos cómo se crean las ‘variedades virulentas potencialmente mortales’, solo podemos preguntarle al mercado. Los mejores virólogos trabajan en Wall Street. Hay especuladores bursátiles ahí, que un mes antes de que apareciera el omikron ya sabían que se iba a volver a repetir el horror del corona. Esto se puede ver en el aumento de precio de las acciones en la categoría «Quédate en casa». Más claro que con sus predecesores, es obvio que Omikron no tiene nada que ver con la pandemia. De hecho, como afirma Geert Vanden Bossche, al actuar como una «vacuna en formato de virus», representa «una oportunidad única para comenzar a construir inmunidad colectiva», una oportunidad natural que será destruida por otra campaña de vacunación masiva. En cualquier caso, la grotesca brecha entre el efecto real de la variante y las medidas represivas tomadas contra ella solo puede explicarse desde la economía: Omikron es otra herramienta para el poder financiero.
Con esto quiero decir que su tarea inmediata es controlar el pico inflacionario en el corto plazo, ya que la nueva campaña del miedo frena el consumo y el gasto, y así impide que la enorme inyección de dinero en el sector financiero circule como demanda real en la economía. Esto permite que los bancos centrales continúen con su objetivo más o menos metafísico de imprimir dinero, manteniendo vivos los mercados financieros llenos de valores tóxicos (desde MBS hasta derivados complejos), empresas zombis y cantidades monstruosas de deuda pública. Dicho de otro modo, los bancos centrales están inundando el sector financiero con dinero digital para evitar subidas significativas de los tipos de interés. Tienen que hacer esto porque solo la idea misma de un aumento serio en las tasas de interés hará estallar varias bombas de relojería en estos mercados, donde todo se trata de la disponibilidad de efectivo barato.
En las condiciones creadas por un capitalismo de funcionamiento mínimo, se combate la inflación precisamente elevando el precio del dinero. Pero en un momento frágil y extremadamente endeudado, esto no puede suceder, porque los mercados que se sustentan en una estimulación constante con dinero simple sufrirán enormes pérdidas. Un aumento en las tasas de interés desencadenará reacciones en cadena en un sistema global que está impulsado más por la especulación que por el PIB. Por un lado, la impresora de dinero debe seguir imprimiendo para inflar el mercado financiero, por otro lado, la inflación resultante en el mundo real debe «manejarse con precaución» para evitar el caos social.
Un breve resumen: las variantes tipo Omikron son, en su mayoría, medidas deflacionarias destinadas a mantener y continuar la política monetaria laxa de los bancos centrales y evitar que las tasas de interés suban, lo que destruirá los balances de la mayoría de las compañías financieras y comprometerá la deuda pública y la financiación de esta. Por supuesto, la deuda del gobierno y el capital monetario especulativo están estrechamente vinculados. Una devaluación dramática de la superestructura financiera socavará la capacidad de los estados para financiar sus operaciones. Esto es muy evidente con países como Italia y Grecia, que han utilizado las medidas más draconianas contra Omikron, por lo que pueden exigir apoyo financiero adicional: desde la extensión de las ayudas estatales y PEPP (ECB (Banco Central Europeo) (Programa de Compras de Emergencia debido a la Pandemia – En inglés: Pandemic Emergency Purchase Programme), y la renegociación con el Pacto Europeo de Estabilidad y Crecimiento. (En inglés: Europeiske Stability and Growth Pact).
Pero debido a que en el capitalismo NO existe algo llamado almuerzo gratis, este loco escape de las consecuencias de la deuda significa más pobreza y austeridad para casi todos. La clase media se carga de deudas porque está desesperada por mantener su estatus. Es por esto que las variantes se utilizan para hacer frente a un cambio histórico hacia lo que parece ser un tipo neofeudal de capitalismo envejecido regido por el señoreaje monetario, y cuya duración bien puede superar cualquier esperanza optimista de transformación radical.
Inflación: Pecado Privado y Virtud Pública
He argumentado que el capítulo más reciente de la saga del Corona tiene su origen en un esfuerzo concertado para estancar la inflación, que ahora es tan real que incluso el presidente Powell, jefe de la Fed, tuvo que negar recientemente su propia narrativa mitológica sobre la naturaleza transitoria de la inflación. En los EE. UU., la inflación ha subido al 6,8%, la más alta desde 1982. Y si le sumamos los precios de la vivienda, llegamos fácilmente a los dos dígitos. ¿La solución? Por el momento, una variante deflacionaria (por supuesto, también utilizada como arma de distracción masiva), así como el uso de trucos baratos como calcular el IPC (índice de precios al consumidor) sobre datos de 2019-2020 para mantener artificialmente baja la inflación.
La actual subida de la inflación no solo es récord en Estados Unidos, sino también en Reino Unido (+5,1% en noviembre), y es la más rápida de la historia del euro. Crea un dolor de cabeza para Christine Lagarde, del BCE, quien a mediados de diciembre decidió no subir las tasas de interés y suspendió el PEPP (con la promesa de reintroducirlo si la ‘pandemia’ continuará siendo un problema) solo para intensificar el QE tradicional. En otras palabras, incluso en un caso de plus ça change, plus c’est la même eligió. En la medida en que los bancos centrales están encerrados en una determinada política monetaria, el manejo controlado de la inflación parece ser un motor esencial para la narrativa de la pandemia, porque ayuda a debilitar y apoderarse gradualmente de la economía real. La depreciación de la moneda parece ser una función, no un error, con los bancos centrales. ¿Recuerdas el lema del Foro Económico Mundial? ¡No tendrás nada y te encantará! En resumen, lo que está pasando ahora no es un accidente, está planeado.
La inflación es, por lo tanto, útil para controlar la transición totalitaria a una sociedad global de dos partes donde un grupo muy pequeño controla la oferta de dinero, mientras que el resto es sometido a través de la pobreza, el control y el miedo. Esta, en pocas palabras, es la dirección criminal del capitalismo moderno. Y la inflación también es una herramienta útil contra la deuda del gobierno, porque las cantidades de liquidez inflacionaria con las que llena el mercado amortiguan tanto las tasas de interés como los rendimientos de los bonos. Si la reducción de personal de la Reserva Federal se hace realidad, los rendimientos de los bonos aumentarán rápidamente. Pero, repitamos un punto importante: un estrechamiento significativo sería catastrófico para casi cualquier tipo de valor y, por lo tanto, no duraría mucho. Es por eso que ahora nos están vendiendo una falsa recesión, ya que el balance de la Fed en realidad ha aumentado desde que Jerome Powell anunció que reduciría la ayuda pandémica en noviembre de 2021. Esto demuestra que el único curso de acción posible para las élites es pretender públicamente combatir la inflación, mientras en privado continúan alimentándola.
Después de dos años de incesantes ataques a nuestra inteligencia, hasta los más fieles cruzados de la narrativa oficial deberían tener el coraje de admitirlo: Covid-19 es el nombre de una respuesta coordinada a una explosión sistémica cada vez más difícil de manejar. La extensión surrealista de la pandemia nos muestra que sociedades enteras han sido rehenes de la reproducción de valores ficticios en el sector financiero, donde parece que sólo la imaginación pone límites. Pero el precio de los mercados en constante crecimiento es una variedad infinita de variantes, programas de vacunación cada trimestre, ola tras ola de terrorismo de los medios y toda una colección de medidas de emergencia tipo Kafka donde la intención es 1) Mantener la impresora de dinero corriendo mientras se suprime la economía real, 2) hacernos vivir sumisamente, frente a una supuesta fuerza mayor; y 3) distraernos de lo que sucede en el Olimpo de las finanzas, donde se juega el verdadero juego de nuestros destinos.
Como todas las guerras, la ‘guerra contra el corona’ puede justificar la presión monetaria y las bajas tasas de interés, que a su vez provocan inflación. Pero hoy esta lógica solo puede resolverse a través de la centralización del flujo de dinero. En términos capitalistas, no hay otra solución. Esto se debe a que las presiones inflacionarias actuales, que implican la devaluación del dinero y la eliminación del poder adquisitivo, no son el resultado evidente de una crisis de la cadena de suministro, como nos han dicho. En cambio, es el resultado inevitable del uso excesivo de dinero ficticio, que ahora está a punto de causar un accidente desagradable.
Pero además de su función deflacionaria, las variantes también juegan un papel ideológico agresivo: también crean el caldo de cultivo ideal para lazos sociales aún más estrechos. Si todo va según lo planeado, la mayor parte de la humanidad pronto se verá reducida a esclavos del dinero, que nuestros benefactores presentarán como la única solución a una Gran Devaluación que ya no podrán ocultar.
Por eso deben entrenarnos para vivir atemorizados y obligarnos a interiorizar la nueva normalidad como un estado de prédica total, ansiedad masiva y caos. En la fase actual, no se deben permitir discusiones sobre las razones financieras.
Manejar lo inmanejable
Seamos claros sobre lo que implica el panorama general: la economía nunca más podrá volver a los niveles de crecimiento necesarios para la reproducción social, a menos que la reproducción se reduzca a un nivel inferior a través de la destrucción controlada de la sociedad trabajadora. Durante años, hemos estado cultivando una economía falsa, basada en el gasto público respaldado por adquisiciones de valores por parte de los bancos centrales y tasas de interés bajas. Esto no tiene nada que ver con el crecimiento real. Por lo tanto, debemos olvidar el pasado: los días de gloria del capitalismo socialdemócrata han terminado definitivamente. En un contexto liberal, ya no se puede esperar un crecimiento suficientemente genuino para la reproducción capitalista en nuestro mundo. Esto obedece a una razón intrínseca y objetiva, que solo se aclara si observamos el desarrollo histórico de nuestros métodos de producción: desde la década de 1970, el trabajo creador de valor ha sido gradualmente aplastado por el propio capital a través de su alianza sagrada de ciencia y tecnología, gobernado por la competencia, una desventaja autoinfligida que el funcionario detrás del ‘capitalismo de crisis’ se niega obstinadamente a enfrentar.
Debido a la era de lo que Keynes llamó ‘desempleo tecnológico’, (que incluye el subempleo y todo tipo de dumping salarial), es imposible que el capital con un grado creciente de composición orgánica exprima suficientes plusvalías (tanto relativas como absolutas) fuera del trabajo asalariado, que nuevamente es la razón por la que tiene que lanzar su cabeza primero en un mundo financiero mágico, donde el dinero mismo tiene que hacer el trabajo. Como es bien sabido, Marx predijo este estado con su teoría de la ‘tendencia decreciente de la tasa de ganancia’, explicada en el tercer volumen de El Capital. Pero no pudo predecir el efecto implosivo que acompaña al crecimiento exponencial del sector de la automatización, que hoy se manifiesta como la dependencia patológica que las economías, los estados y, por lo tanto, sociedades enteras tienen montañas de dinero ficticio que finalmente es destruido por la devaluación. Es probable que se produzca un colapso financiero cuando el mercado de deuda (que impulsa todo el sistema) se derrumbe, lo que a su vez provocará un pico incontrolable de la tasa de interés, y el dólar y otras monedas fiduciarias en todo el mundo se evaporarán.
En la actualidad, este resultado está siendo pospuesto con métodos autoritarios. Como hemos visto, la aceleración del control monetario, desde septiembre de 2019, ha sido posible gracias al congelamiento de la economía real a través de la simulación de pandemia. Al hipnotizar a las masas con dosis interminables de fobia al virus y al someterlas a arresto domiciliario mientras esperaban una cura milagrosa (que resultó ser milagrosa principalmente para las grandes farmacéuticas), nuestras élites políticas, gobernadas por la élite financiera, han permitido a los bancos centrales restituir el sector financiero para manejar el monstruo inflacionario.
Tras las fallidas políticas neokeynesianas (consumo público) y neoliberales (austeridad y desregulación del mercado), hemos llegado a la etapa del ‘capitalismo pandémico’, al que pronto seguirán otros intentos tiránicos de lidiar con lo inmanejable. En jerga capitalista, la soberbia financiera es la consecuencia inevitable de la incapacidad del capital (que aumenta y empeora) para crear nuevos tipos de plusvalías, un síntoma con consecuencias tan traumáticas que hacemos cualquier cosa para evitar enfrentarlo. Pero la prolongación de los estados de excepción no nos salvará del choque, que probablemente se comportará como un accidente controlado, de arriba abajo. Las élites saben que una repentina explosión hiperinflacionaria conducirá a olas incontrolables de malestar social. Pero también saben que pueden tratar de lidiar con la recesión económica a través de la maximización de la crisis y la esclavización gradual de las masas temerosas.
Por lo tanto, debemos prepararnos. Por ejemplo, construyendo redes y sociedades autónomas, que no dependan de un modelo de reproducción social que se está desintegrando (y por lo tanto cada vez más violento). La política, tal como la vivimos hoy, está ahora totalmente sujeta a los dogmas económicos, y por lo tanto privada de todo poder liberador. La izquierda política se ha tomado la pastilla azul, según Franco «Bifo» Berardi, y solo puede ofrecer perspectivas falsas:
«No hay salida política del apocalipsis. Durante treinta años, la izquierda ha sido la herramienta política más importante para la ofensiva ultracapitalista, y cualquiera que confíe en la izquierda es un idiota que merece ser traicionado, ya que la traición es la única actividad que la izquierda es capaz de realizar con gran competencia».
Título original: PÍLDORA ROJA O PÍLDORA AZUL? VARIANTES, INFLACIÓN Y DEMOLICIÓN CONTROLADA DE LA SOCIEDAD
