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Publicado en: steigan.no – 24.8.2021 – Traducción: noruego.today –
Foto superior:
Última batalla del 44. Regimiento británico en la batalla de Gandamak el 13 de enero de 1842 en la Primera Guerra de Afganistán: imagen de William Barnes Wollen.
En este artículo, publicado por el portal sueco alliansfriheten.se el autor Lars-Gunnar Liljestrand se remonta a la primera guerra británico-afgana (1839-1842) y muestra cómo ha afectado a los afganos hasta ahora. El artículo está basado en el historiador y autor William Dalrymple y su libro «Return of a King: The Battle for Afghanistan
(2012). (El retorno del rey: La batalla de Afganistan). Dalrymple tiene una gran cantidad de escritos relacionados con la región y definitivamente debería ser leído por cualquiera que desee obtener una mayor comprensión.
Una guerra que marcó a los afganos
Por Lars-Gunnar Liljestrand, alliansfriheten.se.
William Dalrymple ha escrito un libro bien documentado sobre la primera guerra anglo-afgana (1839-1842), Return of a King (Bloomsbury 2013). Muchos han escrito anteriormente sobre la guerra, pero Dalrymple ha tomado nuevos relatos de testigos presenciales y registros inéditos en Occidente sobre la guerra de afganos que participaron de diversas formas.
Jan Myrdal escribió sobre el libro en Folket i Bild / Kulturfront 3: 2013 los siguente:
«Este es, al menos en el subcontinente del sur de Asia y en el mundo de habla inglesa, uno de los libros más importantes de esta temporada. El historiador escocés William Dalrymple, que vivió en la India, ha escrito el mejor y más informado resumen de la ‘Primera Guerra de Afganistán de 1839 a 1842’ hasta la fecha. Describe las características del ‘gran juego’ sobre Asia que se abrió en ese momento y aclara con documentos hasta ahora desconocidos en Occidente el espantoso paralelo entre la primera guerra afgana y la actual quinta guerra afgana».
La guerra fue la primera de tres guerras británico-afganas en el siglo XIX y el comienzo del ‘Gran Juego’, es decir el gran juego de poder entre Rusia y Gran Bretaña por la influencia sobre Asia Central.
En respuesta a la creciente influencia de Rusia y Persia, los británicos decidieron reinstalar al rey exiliado Shah Shuja, que fue expulsado de Kabul por su rival Dost Mohammad Khan. Las opiniones estaban divididas entre los gobernantes británicos en cuanto a cuál de los dos apostar, pero eligieron a Shah Shuja.
Trescientos camellos con vino
El ejército británico se estableció en la India y estaba formado por 1.000 británicos y 14.000 cipayos (el nombre de los soldados indios del ejército colonial) de la ‘Compañía de las Indias Orientales’. Además, hubo 6.000 soldados reclutados por el rey y nada menos que 38.000 indios de los llamados Seguidores del Campamento, familias, sirvientes, artesanos y otros que acompañaron al ejército como apoyo. Para completar el transporte, se necesitaron 30.000 camellos para la larga marcha a través del valle del Indo y los pasos de montaña hacia Afganistán. Los oficiales británicos viajaron majestuosamente. Se destinaron trescientos camellos para cargar vinos. Los oficiales superiores necesitaban de 50 a 250 camellos más para su equipo personal de campaña.
Con ese equipaje no fue de extrañar que les fuera como les fue más tarde durante la campaña. Dalrymple describe las interminables tribulaciones durante la marcha hasta Kabul. Desgracias en los cruces de ríos, los pasos de alta montaña y, además, hubo constantes ataques de acoso por parte de los afganos. Pero Kabul se pudo invadir sin luchar. Los británicos tenían la reputación de ser una potencia militar casi invencible y la resistencia afgana al principio retrocedió .
No fue un conflicto simple y directo entre afganos e invasores. Dalrymple describe los complicados recorridos entre diferentes falanges y aliados que constantemente cambiaban de bando. Los británicos buscaron comprar aliados y también lo lograron al principio.
Una vez en Kabul con Shah Shuja instalado, comenzaron los problemas de los británicos. La resistencia a la ocupación creció y los afganos finalmente se unieron bajo Akbar Khan, hijo de Mohammad Dost, quien llamó a la guerra santa contra los ocupantes.
El comportamiento de algunos de los líderes británicos también fue desencadenante. Alexander Burns, conocido como el espía británico que exploró por primera vez la carretera por el valle del Indo y hacia Afganistán, fue odiado a muerte por ser un mujeriego notorio y terminó asesinado después de ser acusado de tener un romance con una mujer afgana.
William Macnaghten, el líder civil de la ocupación, también fue asesinado después de que los afganos revelaran que estaba jugando un doble juego para incitar a diferentes grupos afganos entre sí. El cuerpo de ‘cazafaldas’ Burns fue cortado en pedazos y la cabeza decapitada de Macnaghten fue paseada por todo Kabul.
Para el otoño de 1841, la situación británica se había vuelto insostenible en Kabul. Después de las negociaciones con la resistencia, la expedición británica en enero de 1842 se vio con los restos del ejército hambriento y exhausto en el gélido invierno y la ventisca. En los pasos entre Kabul y Jalalabad el ejército fue destruido por los afganos que se precipitaron desde las alturas y los balearon sin tregua en una emboscada. Uno de los britanicos llegó exhausto a Jalalabad, donde su caballo murió debajo de él frente a las murallas del fuerte.
Los británicos abandonan sus regimientos cipayos
Algunos de los oficiales británicos habían abandonado sus regimientos cipayos ante la inminente derrota. Los cipayos restantes fueron vendidos como esclavos, tuvieron que arrastrarse como mendigos en Kabul o simplemente murieron. -Eso tendría consecuencias varios años después- dice Dalrymple. El levantamiento cipay de la India en 1857 contra el dominio colonial comenzó con los sucesores de los regimientos que masacrados en Afganistán.
El recuerdo de la traición británica sobrevivió y la derrota en Afganistán demostró que los británicos no eran invencibles.
Dalrymple cree que la guerra de 1839-1842 aún vive en los afganos.
«Es posible que en Occidente hayamos olvidado los detalles de esta parte de la historia que ha moldeado hasta tal punto el odio de los afganos hacia el dominio extranjero. Pero los afganos NO lo han olvidado».
Shah Shuja, en particular, sigue siendo un símbolo de la traición colaboradora en Afganistán. En 2001 los talibanes preguntaban a sus jóvenes: –¿Quieren ser recordados como hijoa de Shah Shuja o como hijos de Dost Mohammed?-
Cuando Mullah Omar llegó al poder, buscó deliberadamente imitar a Dost Mohammed y, como él, tomó el manto sagrado del profeta Mahoma del santuario de Kandahar y se envolvió en él. Él, como su predecesor Amir al-Muminin, se declaró líder de los fieles, una reproducción deliberada y directa de los acontecimientos de la Primera Guerra de Afganistán, cuyo significado fue comprendido de inmediato por todos los afganos.