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Autora: Renee Gerlich 3. febrero 2020
Traducido por Claudio Milton del noticiero online noruego steigan.no.
Los textos en cursiva, subrayados, negritas y enlaces son del editor noruego.today.
Renee Gerlich, es una feminista independiente de Nueva Zelanda.
Recientemente realizó esta conferencia en una reunión organizada por el comité Brisbane / Meanjin por el Día Internacional de la Mujer. En la conferencia ella agradece la oportunidad de hablar. Al igual que muchas otras mujeres que quieren hablar sobre el conflicto entre el transgénero y los derechos de las mujeres, ha sido censurada, juzgada y vetada.
Debido a que muchos todavía creen que la prevalencia de la ideología del transgénero representa un ladrido inofensivo, una fase o la expresión de la cultura juvenil, o algo promovido en las redes sociales, he optado por hablar sobre el contexto más amplio y las condiciones que han permitido que esta ideología tenga tal apego. El transgenerismo es una ideología neoliberal depredadora y autoritaria, que no puede obtener ningún apego fuera del contexto de la cultura de la violación.
El primer escalón del neoliberalismo es básicamente sinónimo de globalización y corporativismo. Esta no es solo una política económica defectuosa, sino la reacción de una corporación contra la izquierda política y una herramienta para colonizar.
En los siglos XIX y XX, hubo una fuerte izquierda política, movimientos renacentistas indígenas, sindicatos, exitosas luchas de independencia que expulsaron a los ejércitos coloniales, así como protestas contra la guerra y movimientos por los derechos de las mujeres.
Desde la década de 1980, la respuesta provino del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), los que adoptaron políticas que revertirían el impulso que los movimientos progresistas habían iniciado. El BM y el FMI Comenzaron a distribuir préstamos financieros a los gobiernos con la condición de que debían someterse a lo que eufemísticamente se llama «ajuste estructural«, en beneficio de las empresas multinacionales. «Ajuste estructural» es un término a considerar en relación con este problema.
Este ajuste estructural tiene tres componentes básicos:
Primero, los gobiernos han tenido que poner a disposición recursos naturales, tierras e infraestructura pública para la compra de compañías extranjeras.
En segundo lugar, se ven obligados a reducir drásticamente el gasto público en salud, educación, bienestar y servicios sociales.
Finalmente, deben eliminarse las regulaciones y protecciones legales que limitan las ganancias corporativas, como las leyes que protegen a los trabajadores de la explotación. Esto es neoliberalismo: la industrialización de la naturaleza, la eliminación y el agotamiento de los servicios sociales, intensificando la era de las corporaciones multinacionales.
El neoliberalismo, y sus llamadas adaptaciones estructurales, están envueltas en la retórica de la libertad. La narrativa es que un llamado mercado «libre», donde los empleadores del sector privado enfrenten barreras mínimas para obtener ganancias, promueve la creación y las posibilidades de empleo, y un efecto de «goteo» que gradualmente habilita y capacita a individuos «auto-creados» o al empleado, y da «más opciones» a los consumidores.
En su libro The Shock Doctrine, Naomi Klein señala que las personas, especialmente las que han luchado durante siglos por la libertad, en realidad no aceptan este tipo de reforma sin objetar. Entonces, junto con la propaganda, las condiciones de desastre han sido cruciales para instituir el neoliberalismo en todo el mundo. Es por eso que Klein llama al neoliberalismo «capitalismo de desastre». El ajuste estructural a menudo se introduce habiendo un estado de emergencia, un desastre natural, una invasión militar o golpe de estado.
Luego las empresas multinacionales y los agiotistas de la agroindustria y el turismo se instalan en la zona para desarrollar sus negocios. Y debido a que las mujeres son particularmente vulnerables cuando se vende y degrada la tierra, se destruye la vida sostenible, los salarios se desploman y el acceso a servicios de bienestar y salud es más difícil. La prostitución es una de las industrias que más se ha beneficiado de la neo liberalización. El lobby de la industria sexual mundial es extremadamente fuerte en este momento y, por supuesto, en un clima neoliberal, nos venden la idea de que la prostitución es un negocio legítimo, y que los proxenetas son solo creadores de empleo en una industria que ahora llamamos «trabajo sexual» y se percibe como «empoderadora». Es decir empoderamiento para las mujeres como individuos, y que ellas no necesariamente tomen en cuenta los factores de pobreza, robo de tierras, discriminación de género y violación.
Combinando lo dicho con turismo e Internet, vemos grandes industrias en turismo sexual, tráfico de personas y pornografía. Uno de cada diez portales digitales son sitios pornográficos. La industria porno hoy vale más que los ingresos totales de las diez principales empresas de tecnología de Internet. Para fomentar el consumo de la pornografía también se canaliza a través de los principales medios de comunicación. Todo esto estimula un clima de supremacía o derecho sexual masculino, violación y abuso, objetivación (o cosificación sexual de las mujeres), odio corporal, disociación, disforia y anorexia.
Estas son las condiciones catastróficas que explota la trans ideología, lo que permite a poblaciones enteras absorber la idea de que no solo las mujeres se pueden comprar y vender como productos, sino que la feminidad en sí misma es una mercancía a la que los hombres deberían tener todo el derecho del mundo.
El trans genderismo es una ideología neoliberal que trata la realidad natural del sexo biológico en sí mismo como algo para ser explotado y reemplazado por ganancias de dinero a costa de la identidad de género. Esto es «empowering» – empoderar – para que el individuo rechace su sexo biológico y lo reemplace por un género ‘personalizado’ que exprese sus propios gustos esenciales, tal como se supone que debe hacer la ropa y los zapatos, e incluso su automóvil, protector de pantalla para el teléfono celular y el cepillo de dientes.
El irreflexivo mantra de que «las mujeres trans son mujeres» abarca tanto la ideología como las actitudes del transgénero y el espíritu de la época neoliberal, dicho en 5 palabras.
Esto implica la destrucción de la naturaleza, la biología de nuestros propios cuerpos, incluso a través de amputaciones radicales de senos que se realizan cada vez más en adolescentes, principalmente lesbianas. Se basa en la mercantilización de las mujeres, y elimina la protección legal y los esquemas de apoyo social basados en el género de las mujeres. Así este mantra se usa como una amenaza, porque si no lo aceptas, eres un ‘rejodido’ intolerante.
Los hombres colonizan los espacios duramente conquistados por las mujeres, las organizaciones, los movimientos y las casas de acogida o de protección de las mujeres, así como la cultura lésbica.
Este mantra tiene el efecto de consolidar la castración de toda la izquierda política, los grupos de paz, los sindicatos, las organizaciones socialistas, y asimilándoles a lo ‘neo’ hasta el punto de relacionarlo con la mitología trans. Y por lo demás purgando a las feministas y pensadores críticos independientes de sus filas y construyendo lazos más fuertes con los partidos políticos liberales y el «Gran Dinero» – el poder del dinero – que también promueve la política de identidad de género y financia los desfiles «Pride» o ‘marchas del orgullo‘.
(Ver nuestro blog publicado el 29.6.2016 ¿Porqué los multimillonarios se preocupan de la igualdad del género y la orientación sexual?)

De esta manera, la mentira de que «las mujeres trans son mujeres» es la versión neoliberal comparable al mito de la resurrección de la Iglesia Católica. (que si no crees ta vas al infierno). Esta es la única locura que debes aceptar en estos días, para demostrar, que independientemente de lo que creas o hagas, estés dispuesto a renunciar a tu capacidad de pensamiento crítico y someterte al poder y al pensamiento grupal.
La gente nunca aceptaría la noción de que «los hombres pueden quedar embarazados», o que una «lesbiana puede tener un pene», ni aún menos lo que las feministas llaman cultura de la violación, que impone el derecho sexual de los hombres sobre las mujeres; una mujer siendo violada en algún lugar del mundo, cada segundo del día, la normalización de la pornografía, la cosificación sexual femenina, la disforia y el odio corporal.
En una cultura que honra a las mujeres, cuida a los niños y está arraigada en el mundo natural, la propagación de la ideología trans no sería posible.
La famosa advertencia de Voltaire de que «los que pueden hacerte creer en lo absurdo pueden hacerte cometer atrocidades» también es relevante. A pesar de todos estos movimientos sociales emergentes a gran escala que suceden en todo Occidente en este momento, es en realidad un clima peligroso y amenazante en el que vivimos. Un clima en el que los absurdos del transgénero se promueven tan ampliamente y, aunque causan mucho daño, es un tabú cuestionarlo. Las mujeres que hoy lo cuestionan se enfrentan al congelamiento y pierden su sustento gracias a las mismas personas que actualmente se unen a los movimientos de masas que afirman luchar por el planeta y la justicia social.
Audre Lorde declaró: «Tu silencio no te protegerá». Entonces, para las mujeres que están en silencio para mantenerse a salvo, digo, vivimos en una época de crecientes condiciones autoritarias, y esta ideología es un vehículo para esto. Tienes que encontrar a tus hermanas. Ahora es el momento de hablar, decir la verdad donde se pueda, a pesar de aquellos que te den la espalda o que te niegan su solidaridad. Es hora de encontrar a tus hermanas. Estamos aquí, volvemos a la lucha y alzamos nuestras voces juntas, y te queremos entre nosotros.


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